martes, 7 de agosto de 2007

Deseo de hoy

Precisamente porque te quiero...









...hazte daño.

jueves, 28 de junio de 2007

Carta a mis fantasmas

Porque sé que mi tesoro es algún pensamiento nauseabundo.

Porque no me apetece ser una cara más en tu ruleta.

Porque no quiero entrar en tu bosque de suicidas.

Porque me gobierna un niño con traje de guardería.

Porque todas las palabras son hojas romas de doble filo,

Untadas de mierda.

Porque seguiremos abandonándonos bajo este sol distante.

Porque mi fe egoísta es un muro de gloria y orgullo.

Porque no aceptaré tus normas sociales.

Porque escupiré a las máscaras hasta romperlas.

Porque las serpientes se alzaran ante las aves, te desnudes o no,

Me beses o me maltrates.

Porque quiero que mi imagen en tus recuerdos salga ardiendo.

Porque mis ánimos son pájaros que no paran quietos.

Porque mi fuero interno es un lavabo inundándose.

Porque las moscas se reúnen dentro de mi cabeza.

Porque toda mi ilusión son un montón de cristales rotos,

En los que aún me puedo ver reflejado.

Por eso, nunca me abandonéis,

Vosotros que siempre veláis por mí.




domingo, 22 de abril de 2007

Refugio

Varios amigos muertos.
Una sombra parecía acecharla.
Ella y su mejor amigo corrían hacia ningún lugar, huyendo del terror. El camino se bifurcaba y sin pensarlo tomaron diferentes direcciones.
La chapa resonaba bajo sus pies, mientras su respiración marcaba el compás de una mala sinfonía. Cada vez se iba volviendo todo más oscuro a su alrededor. De repente, volvieron a sonar pasos a su espalda.

-"Tranquila, soy yo" -Le consoló el susurro de su amigo.

Despavoridos y desesperados, se abrazaron buscando refugio y cayeron hacia un rincón.
Sus latidos parecían luchar por ser escuchados, sus suspiros jugaban a esquivarse, sus manos temblorosas dudaban de sus acciones.

-"Por muy duro que sea este momento, creo que merece la pena solo por estar junto a ti." -En ese mismo instante, la luz de la sala tililó y ella pudo ver la ropa manchada de sangre y la luz reflejarse en el cuchillo.

Carretera

Esta carretera no tiene nombre.
Se pierde el asfalto en el aire,
se pierde su camino en el horizonte.

Hago dedo y pasan los coches.
El aire me pega, se rie la arena...
Se hace de noche.

Abro los brazos en medio de la carretera
y no pasa nadie... no pasa nadie.
Pena que desepera...

Los trigales me llaman,
Intento mover los pies, pero el asfalto se los traga.
Explota mi ánimo, mi alma es metralla.

Los pedazos de mi espíritu,
se convierten en polvo,
en arena del asfalto, que a otro infeliz espera.

Perdido

Y nadie me encuentra.
Nadie me encuentra. Pasa el tiempo.
Tú no me buscas, tú que me tienes cerca.
Nadie me busca, nadie se da prisa.
Tú no me buscas, tú que me tienes cerca.
Estoy a gustito, bajo los pliegues de tu sonrisa.

Que nadie me encuentre.
Que nadie me busque.
Que pase el tiempo.
Yo metido aquí dentro.
Felices riendo, tú sola.

La oscuridad, el silencio

Lento pasa el tiempo
a oscuras, en silencio.
Todos mis días son uno solo
a oscuras, en silencio.
Esperando nada, y todo viniendo
a oscuras, en silencio.
Me parece recordar, y no recuerdo nada
a oscuras, en silencio.
Necesitando tus sonrisas, amargo arrastro el tiempo
a oscuras, en silencio
Escucho tu muda voz, creo sentirte cerca
a oscuras, en silencio
Velas que se encienden, velas que lo apagan.
La oscuridad, el silencio.

Callo

Me puedes morder mil veces el corazón,
Me puedes maltratar sin pedir perdón,
Puedes intentar dañarme todo lo que quieras,
pero no,
esta piel no se rompe.

Me puedes fustigar que no sentiré dolor,
arañame y sentirás admiración,
Acuchilla mi pasión con todas tus ganas,
pero que sepas que no,
esta piel no se rompe.

¿Por qué no hay más piel para mí?
¿Por qué no hay nada más para mí?

-Apurando el trago calla. La soledad le cierra los ojos.
Lejos alguien lo ignora, probando otra miel, gustando otra piel.

1987†1987

Dulce y precioso, de vientre de nadie nacido,
Bastardo hijo de la creación,
fue dado a luz detrás de un cubo de basura,
Rasgos de nadie, hijo de varón.

Al compás del trueno azul de sus ojos,
Lloró el sin ombligo con angustiar.
Una madre de nadie lo meció y vivió su desistir,
Momentos antes de que al cielo echase a volar.

El niño vivió luego dentro de aquella mujer,
Y ya que el recuerdo es presencia,
Sin sentimientos aquel crío llegó a nacer
Fruto de sabor amargo, de malvada existencia.

Cada noche de invierno se oye a alguien llorar
Por detrás de un cubo de basura, maldiciendo una cruz.
Y una vez al año, un niño, sin saber se para en aquel lugar;
Un niño que murió sin nacer, y antes de ser dado a luz.

El patio de la Luna

Por fin se me han abierto las puertas al jardín,
Donde todo muere y vuelve a nacer.
Donde el verdor es siempre fresco,
Donde nunca deja de florecer,
Donde lo conocido y el misterio
Juegan a sorprender.

Las espinas y las zarzas, los lirios y las rosas,
Las arañas y las avispas, los pájaros y mariposas,
Todos estaban encantados por un aura misteriosa.
De entre un rosal una serpiente salió
Que me guió a un sillón de plata
Donde como sedado permanecí.

Idiotizado vi al sol querer huir
Atosigado por la oscuridad.
Débilmente apareció ante mí
La Mujer más Bella nunca vista jamás.
Hermosa, Inalcanzable, Fría, Acogedora...
Dama Pública de profunda intimidad.

Estiré mis brazos para tocarla,
Y como un sueño imposible
Se pasó del deseo a la desesperación,
luego a la agonía, eterna, horrible...
Que acabó en tristeza con el sol y su fulgor.
Y varios días continué así, ansiando conseguirla.

Sin nada que hacer, sin la vana pasión terrenal,
Mi existencia se simplificaba a esperar Tu Divinidad.
Pero al fin y al cabo yo sólo era un mortal,
Que creyó posible que algún día,
Como yo te he amado, Tú me llegaras a amar,
Saber si era objeto de tu distracción o de verdad me querías.

Y aún ansiando una respuesta, cuando Tus Labios vi separarse
Pedí que no dijeras nada, por Tu Respuesta temía y temblaba.
Voyeur de Tus Encantos, embrujado por Tu Rostro extasiante,
Permanecí años mirándote furtivo, bajo el sillón de plata.
Yo, mortal e ignorante, desgraciado, queriendo merecer tu amor,
¡Eterna y Brillante Tú, Mujer Fatal que a todo ser vivo con sus encantos atrapa!

Pero se me cansaron la manos de guardar silencio *,
Y a todo ser vivo, uno a uno fui quitándoles la vida.
Sin ser digno de tu admiración, sólo quise llamar tu atención.
Ser distante y divino, enfréntate a mi persona,
Pues viejo y desgraciado soy, ya no creo tener nada que perder,
Invencible, sentado en el paraíso destruido, en este sillón de plata que me entrona.

Deshonrado e ignorado permanecí mis últimos años
Esperando una contestación.
Deshonrado e ignorado, el último día recibí en mi corazón al desengaño
Y pinté mi alma de eterno odio y dolor.
Moribundo y demacrado, volvías a aparecer y volvías a seducirme,
Burlándote de mi angustia, de mi vergüenza, de mi pasión.

Morí odiando tu vigía y tus misterios,
Enredado en las hiedras, en este jardín sin vida.
Y me convertí en estrella invisible al ojo humano, que nunca brilla,
Por morir sin haber conocido amor alguno, víctima de mi sino.
Y por siempre permaneceré junto a ti y maldiré todas las noches,
Enfadado con la vida –con toda vida- por haber caído preso del vil juego del destino.

[Verso de Jesús de la Rosa en “Noche tras noche” (Triana), del álbum “Un jardín eléctrico”]

Crisálidas

Timidez |amor | tristeza |confianza |pesimismo |sexo |exceso |yacer
Principio |fin |encanto |desencanto |raciocinio |conocimiento |vidas
Fin |principio |lucha |negación |aceptación |negación |lucha |muerte
Engaño |desengaño |mentira |presentación |interior |mentira | dormir
Incapaz |negación |rechazo |búsqueda |repetición |conocimiento |yo
Mentira |verdad |unión |soledad |acompañamiento |reclusión |mitad
Yo |ferocidad |miedos |ferocidad |extenuación |dolor | aceptación |hoy

[El capullo toma color y se empiezan a notar los colores de lo que pronto serán las alas]

Depredador

Hoy me pondré la piel de cordero
Después de tanto tiempo.
Ayer saqué punta a mis dientes
(desde ayer y para siempre).
Mañana desempolvaré tu dentadura
Con mi fresco aliento caliente.

Y volverán los cuerpos,
(sudados, sudad)
y volverán nuestros espíritus,
(perdidos, perded)
y transmigraré mi alma
(olvidada, olvidad)

Y te devoraré,
Sin masticar,
Y tragaré,
Sin disfrutar,
Y te olvidaré,
Sin pensar.

(desde mañana y para siempre).

Atado a ti

Me clavó bien al hueso las esposas;
La mordaza anudó, las ataduras
porque sabiendo cómo estaba a oscuras,
Maneras no me tuvo más piadosas.
A quien sonría amor, hable de rosas
Que no tengo yo voz para blanduras.
Llegó, venció, sentí sus mordeduras,
Cayó la sangre en pérdidas gloriosas.
¿dónde hay amor aquí, o estas fervientes
prisiones son amor y estos mil fuegos
que me amargan la miel, trizan mi trigo?.
No es niño amor de aljabas inocentes
Ni el ciego es él: nosotros, sí, los ciegos,
Que llamamos amor al enemigo.

Despecho -sin amor-

Gritaré mil injurias al viento,
Las tinieblas disiparé de un suspiro.
Ya tu amor no lo siento conmigo
Aunque aún olvidarte intento.

Me diste traición, despiadado
Clavaste el puñal del olvido muy dentro
Ingenuo diablo retorcido, quebrantado,
Quizás ahora estés contento,
Quizás a otras piernas estés atado,
Pero recuerda que te seguirá mi recuerdo,
Que nunca te librarás de tus tormentos
frágil conciencia, insípido cuerpo.

Temblarás al oír mi voz en tus pensamientos
Y el cariño que me tienes será eterno
Y te ablandará por momentos,
Haciendo de un corazón duro uno tierno.

Interludio

Cae el telón que todo lo oculta a nuestros ojos.
La noche cambia de color.
Se vuelve verde, eléctrica, mientras todos
Esperan a que suba el telón
Sin saber que pasa detrás
Ansiosos por seguir viendo la función.

Cambia el decorado,
Mientras dormidos esperamos.
Dormidos los actores leen
El nuevo guión que ha llegado.
Los tramoyistas trabajan veloces,
Dormidos como todos,
Mientras desde las butacas se oyen voces.

Bajamos los actores, inertes
Hasta que empiece la función.
La Primera Escena del Segundo Acto,
Frente a frente solos Tú y Yo.
Una misteriosa voz a todos recuerda
Que pronto continuará nuestra tragicomedia.
El destino ya mueve las cuerdas,

Por encima del mal

[En un pub irlandés: 04:25 a.m.]

Estaba yo en la barra bebiendo, cuando un tipo siniestro se me acercó.
“Permítame que me presente: Soy un hombre de fortuna y gusto”.
Era un tipo gentil. Filosofamos toda la noche sobre el bien y el mal.
Era un hábil conversador, culto e inteligente, pero bebía como el que más.
Me dijo que había visto de todo en sus muchos años y que de todo se entera.
Que era bisexual, que le gustaba violar niñas, la zoofilia, rajar embarazadas.
No lo consideré un mal tipo, sino un tipo con gustos diferentes al que le pudo la borrachera.
Lo vi un poco amargado, un poco payaso para mi gusto y si me apuras un poco soso,
Un “solateras”, sin gozar de tanta simpatía como supuso, por ser tan pedante,
Que además de amanecer en medio de la calle sin dignidad, apareció sin cartera
Por cruzarse con un mangante. 

Cortala y olividala

No lo puedo evitar
Tu herida aún me sangra
Me sangra sin provocarla,
Sin jarabe ni desinfección.
El médico de guarda dijo
Dijo que había que cortarla:
Cortarla y olvidarla.
“Para usted debe ser fácil”. Le dije,
Porque es mi herida.

Como un ciego hacia el fuego viajé,
Alas de mariposa,
De todas las heridas que tuve,
Fuiste la más hermosa.
Herida que muerde me mata la vida,
De muerte rabiosa.
Como un ciego al fuego quiero ir
Y ese fuego ya no es para mí.

[©Gustavo Nápoli /La Renga -“A dónde m lleva la vida” (1993, Polygram)]

Sin ti solo llueve

Volteando atrás los ojos
Solo vi asfalto mojado,
Farolas que se apagan,
Pájaros que huyeron y se sienten solos,
Y el clima complicado
De los que aman sin razón,
De los que buscan beber los vientos
A partir del último adiós.
Frío de multitudes que miran al suelo
Y vientos que soplan sin dirección.
Todo es demasiado tranquilo,
Todo porque no me quieres.
Te suplico, hazme puro nervio
No aguanto más este reuma
Que se hizo mi crucifixión,
Porque sin ti sólo llueve
Dentro y fuera de este sucio,
Vacío y sucio corazón.

Pisando todos los charcos
Empezó a dolerme el recuerdo.
Bebí un poco de luz
Y me puse un rato a la sombra.
Al rato ya me puse bien
Recordando todos los buenos ratos.
Los momentos que vivimos
Aprendiendo de cuando estábamos desesperanzados
Por tanto pensar en falsos finales agrios
Que los sueños no pueden ser programados
Sino que tienen su propio horario

"Te quiero" en la sinagoga

-“Pero...”
-“Sé que no es de gusto de nadie,
Pero la amo más que a nada.”

Sus cabellos son tallos de espinas,
Pero no te cansaras de jugar con ellos,
Nunca.
La sangre que brotará de tus manos será como ella.
Intensa, encendida, pasional...
Brotará en un momento y en un momento se irá.

-“Vaya. ¿Y no la temes?”
-“No. Más que temerla... La odio con toda mi alma”
-“¿Entonces...?”
-“¿No lo entiendes?”
-“¿Sinceramente? No.”
Su máscara es bella y nacarada y no le deja respirar.
Y en el momento en el que se te ocurra quitársela
-“¿No has escuchado nunca eso que del amor al odio hay sólo un paso?”
-“Sí claro...”
-“Pues eso. No es el mismo amor que el que se le tiene a una madre o a un amigo.”
-“Amigo, no te explicas bien...”
-“No es tan fácil. Me entenderías si la conocieras.”
-“¿Y por qué no me la presentas?”
-“¿Estas seguro de querer conocerla?”
-“...”
-“Vale, como quieras.”

Un muchacho enamorado sale de la sinagoga.
Dentro su amigo se desangra feliz, y cierra los ojos para siempre.
Acaba de encontrar su nuevo amor,
Un amor llamado ..... .

La dulce sepultura

La vi sentada en su silla,
Afilando sus palabras,
Musitando.
“No puedo tenerte a ti, no.”
“No, no puedo ser tuya.”

Días y días furtivo la observé
Y largo tiempo esperé que me diera paz.
Cuando por fin el momento llegó
Me mantuve firme, abiertos los ojos.

Y me miraste fijamente
hundiéndome en tu mirada.
En el negro de tu pupila, ahí estabas,
Tirada en el suelo con miedo y llorando
Desvencijada...

Mientras las malditas palabras llegaban,
Tarde intentaste alcanzarme tus brazos.
Y mis yemas sobre las tuyas resbalaron,
En tu frío iris como sobre cristal mojado.

...
Y los molinos giraron al son de los silbidos del aire.

Llegó el día en que arrepentida me buscaste.
Como un triste recuerdo, como un sueño corto,
De colores del otoño luce la melancolía que ahora evocas.
No busques más allá, no porque no estoy tan lejos,
Desde aquel día yace inerte mi alma entre los suspiros de tu boca.

Luna fragmentada

Aquella noche hizo las valijas.
Curiosa la noche en su ventana.
Solo llevaba dentro
el sabor amargo de un beso
que no verá un mañana.

La luna lo miraba...

El oprobio de los orgullosos
Sembraba aguas en su mirar.
Y su llanto llegó al agua,
Como la vida misma:
“ río que va a parar a la mar”

Posada en el agua,
Lo recibió con sus labios,
Dándole el triste adiós último
Que arropado en su tristeza
Recogen los solitarios.

Y la luna en el agua se partió en mil pedazos,
Muerta de pena...

Al frío final de un frío día,
Un teléfono sólo a angustia
En una habitación vacía.
Y los días fueron pasando,
Y el agua se hizo aún más fría
Y la noche (sola) lo siguió velando.

sábado, 21 de abril de 2007

Triste canción de navidad -solo para tí-

Destrozada se encontró en la calle a la que
Destrozado le dejó el corazón.
Era una mancha en la alegre navidad,
Tirada en un portal bebiendo vino de un cartón.

Con una sonrisa la levantó del suelo
Y a ella volvió el amor.
Pensó que su vida cambiaría para bien
a partir de aquel momento en el que sintió su calor.

Para ella las flores empezaron a salir de entre las nieves,
Cada esquina se tiñó de un alegre color.
Sabía que nunca había dejado de quererla,
Y fue un regalo para ella que no le guardase rencor.

Él le soltó la mano y ella le miró con ojos de amor.
Él le devolvió una amable mirada y ella miró atrás.
“Ahí te dejo, en un comedor social, te darán pan y pavo,
Ten Feliz Navidad...”

Aquella noche, él comió con su mujer e hijos,
Y a ella sólo le entró en el cuerpo un cuscurro de pan.
Recordó las palabras que aquel muchacho le dirigió entre lágrimas.
“Quien mal hace, mal acabará”.

Vida y condena ~alegría y desencanto~

Como sangre recién vertida desde las entrañas
Calentándose al sol en el asfalto
Que corre hacia mí entre los surcos de la carretera.
Maldita entre todas...
Sólo tú.
Sólo a ti.

El vals de las sombras

El viejo conde movía su copa de brandy,
Frente su ventana, inerte, mirando una estrella
Rompió a llorar.
“¿Por qué te fuiste?”
“¿Qué le hice al tiempo?”
Los lobos aullaron, consolándole.
La Luna se encendió
Y lo miró, conmovida.
“No quiero que me mires.”
“No quiero que se posen en mí otros ojos.”
Los lobos aullaron con más fuerza.
Los álamos bailaban lentamente al son del viento.
De repente un golpe de viento abrió de golpe la ventana
Y los lobos callaron por completo.
Un mirlo entró por la ventana y se posó en la lámpara de araña,
La hizo mover y las sombras de la habitación se movieron.
El gramófono empezó a sonar sólo y tocó un vals, triste y lento.
Las lámpara aún se movía levemente y empezaron como a bailar al son de la música.
“Viento del norte, ¿qué mensajes me traes?”
El reloj pareció marcar el compás del vals.
El mirlo, en la lámpara, agitaba las alas suavemente,
Haciendo que las sombras siguieran su ritmo.
El Conde se dejó envolver por la penumbra.
El viento le dijo que no pensara más en batallar, que el tiempo era invencible.
Sus lágrimas hicieron que el viento callara.
El la oía ahora y la notaba, agarrado a sus sombras, bailando su triste vals,
Volvería a retar al tiempo.
Volvería a mirar las estrellas, a recordar esos ojos que lo mimaron.
“No me la volverás a quitar”
Entraron unas mariposas negras, sin sombra.
Bailaron inquietas sobre su cabeza.
Le hicieron con sus alas una mortaja.
“¿Eso es todo lo que puedes hacer?”
“¿Así crees que podrás vencerme?”
“¿O acaso te cansaste ya de luchar?”
Cerró los ojos.
La luz se hizo intermitente.
El mirlo se cansó de batir sus alas y se marchó,
Las mariposas con él también se fueron.
La música dejó de sonar.
La ventana se cerró de nuevo.
El reloj paró su tic-tac.
El viejo tirado en el suelo sonrió orgulloso.
La luz de la araña murió al fin.
Allí en medio de la más absoluta oscuridad,
Seguía el viejo en el suelo, dando la mano a las sombras.
“Sé que siempre has estado conmigo aunque estuvieras distante, como una estrella”
“¿Volverás a bailar de nuevo conmigo?”
Sus recuerdos en el cielo titilaron por última vez.
La cordura volvió a su semblante, mientras su pecho se enfriaba.

Espejo rojo

La madre le dijo que no tocase nada.
El niño, cómo cualquier niño, desobedeció.
Quitó un paño sobre un marco y lo descubrió.
“Que cuadro más raro, pintado todo de rojo.”
Su pintura parece fresca y chorrea,
Formando remolinos en el centro,
Cómo si estuviese llamándole...
Lo que pareció que era un trazo expresionista,
Era ahora un niño idéntico a él.
Se encontraba siempre tan sólo que intentó abrazarlo.
-Todo rojo-
“¿Mamá ya volviste?”
“¿Por qué me miras así?”
“¡Suelta esa piedra!”
La madre mató al niño.
-Todo rojo-
El niño estaba abrazado a la madre,
Que yacía ahora muerta en el suelo.
A un lado el espejo roto.
Sangre por todos lados.
La muerte de la madre fue declarada un claro caso de suicidio.
El niño, paralizado, no pudo ni siquiera llorar.
Había muerto por segunda vez.

Los enanos del jardín siguen sin moverse

-¿Te has lavado los dientes?

Luisito metió asustado la cabeza bajo la sábana.

-¿Has hecho pis?

El niño empezó a llorar y a moverse de un lado a otro de la cama. No quería abrir los ojos, no quería encontrarse con nada que le quitase para siempre el sueño, pero la verdad es que no había nada.

-¿Has hecho pis? Has bebido mucho líquido... deberías hacer pis.

Luisito gritó como nunca, totalmente desesperado.

-¿Qué te pasa? ¡No seas animal!
-¿Si-siguen los enanos en el jardín?
-Mira, no sé que te pasa hoy con los enanos. No, no se han movido y dudo que se muevan la verdad, son de porcelana. Venga, cierra los ojos y duérmete ya de una santa vez.

Las palabras de una madre siempre son tranquilizadoras, pero Luisito sabía que los enanos estaban en alguna parte de su habitación y supo que no tendría valor para enfrentarse a ellos ni para salir de su cuarto. Sus padres estaban viendo la televisión en la sala de estar y lo devolverían a su cama en cuanto saliese de su habitación.

-No hay enanos. –Se repetía una y otra vez Luisito, debajo de su manta.
-¿Seguro que no? –Le contestó una aguda vocecilla.
-¡No! ¡Estáis en mi cabeza!
-Pues no, no hay enanos. No hay enanos, hay gnomos, porque somos gnomos, ¿te enteras? ¡Estamos hartos de que nos llaméis como os dé la gana!
-Se-señor gnomo, por favor, váyase...
-Estoy mejor aquí contigo, ¿sabes que nos alimentamos de tu miedo no?

El pobre crío, asustado, pensó que el problema se acabaría si encendiese la luz. Asomándose por la puerta del pasillo le preguntó a su madre con la voz quebrada:

-Mamá...¿Puedo dormir con la luz encendida?
-¡ A ver! ¿Qué te pasa ahora?

Sólo se le ocurrió decir una cosa. ¿Qué quieres?, ¡era un crío!

-Tengo miedo a la oscuridad.
-Bueno, enciéndete la lámpara de la mesita de noche si quieres, pero no vayas a levantarte más de la cama que necesitas dormir y mañana te tienes que levantar temprano para ir al colegio.

–A esa feliz hora habrá acabado todo. -Se dijo a sí mismo Luisito, en plan héroe de acción estilo Bruce Willis.

Encendió la triste luz de la lámpara de la mesita y se volvió a acostar por enésima vez. Sonriente y asomando la cabeza por encima de la manta, pensó que ya anda pasaría. Poco le duraría la felicidad cuando volvió a escuchar aquella voz.

-¿Has visto que bonitas sombras proyecta esta poquita luz?

Miró a la lámpara asustado y vio la sombra de un enano en la pared. No había ninguna duda, el enano existía y estaba allí. Volvió la cabeza hacia el lugar de donde debía proceder la sombra, pero no vio nada. Luego volvió a mirar a la pared y la sombra seguía allí. Sentía una gran impotencia. ¿Qué podría hacer un niño en una situación así?

-¿No puedes verme? Jajajajaja.

Luisito gritó, gritó tanto que parecía que se iba a desencajar su mandíbula, que las lágrimas de sus ojos acabarían por expulsar los ojos de sus cuencas, que sus oídos iban a reventar de solamente escucharse. Volvió a abrir los ojos y se encontraba en el jardín, junto a los suyos, en el fresco césped, a la sombra de unas enormes flores de colores y de un bonito árbol frutal en flor. Luisito estaba junto a sus amigos de porcelana mudito, gruñón y cagón, como los llamaba su dueña la señora López Mercera. La verdad, por muy absurda que fuese es que Luisito era un enano de jardín, que acababa de despertar de un bonito sueño en el que podía moverse a su antojo, un sueño para cualquier enano de porcelana.
Amanecía y la señora López Mercera abrió el patio y salió con unos señores de chaqueta.

-Este es el patio trasero. Muy iluminado, con vistas a la costa y con todo lo verde en muy perfecto estado. Un sitio muy agradable y muy tranquilito en el que pasar las noches de verano. Esto era ya lo último. Y bien ¿qué les ha parecido?
-Muy bien, la verdad. ¿Te ha gustado a ti Marcelo, mi niño?
-Me ha encantado, sobre todo el jardín. Muy grande y bonito, y con unos enanos divinos, muy kistch. A mi Agustín les parecen muy simpáticas estas cosas, verdad cariño?
-¡Que bien me conoces Marcelito!

A mucha gente, los enanos de jardín les parecen un tanto siniestro porque hay leyendas que cuentan que son recipientes de espíritus malvados que en otra vida han cometido atrocidades, han vivido al límite y ahora deben de expiar sus pecados encarcelados dentro de la porcelana, para que se puedan sentir impotentes ante todo, esperando a que alguien lo rompa para poder liberarse al fin. Pero Luisito seguro que se sentía angustiado y muy violento, porque odiaba a los gays, y sobre todo a esos gays a los que le parecía tan mono que nunca se atreverán a romperlo ni a tirarlo a la basura y que siempre lo cuidarían.

Viaje sin retorno

¿Como arrancarte palabra alguna que no sea de desprecio?
Ninguna orden de alejamiento evitará que te aproxime mi corazón.
¿Por qué corres? ¡Sólo son flores!
¿Por qué huyes? ¡Sólo son besos!
¿Por qué te escondes? ¡Sólo es amor!
Mi alma masoquista llena de esperanza
Me hará ser constante.

Comienzo y fin en un sólo cuerpo.
¿No comprendes que sea tan divino?
~Deidad.~
Tus palabras son golpes que recibo
Unos tras otros, arrinconado en el ring.
Gracias, estoy aprendiendo a perder,
Así luego las victorias se me antojarán deliciosas.

¿Por qué no contestas mis cartas?
¿Qué más te da agradecerlo aunque sea falsamente?
No deseo tu cara de niña buena,
Ni siquiera tu pecaminoso cuerpo.
Solo deseo tu sonrisa, una mirada sin infamia.
Una palabra, una reverencia,
Aunque no signifique nada...

¿Me cansaré algún día de todo esto?
Pienso que quizás pueda, tarde o temprano.
¿Habrá otra igual a ti?
¡No! No puedo pensar en eso ahora.
¿Por qué tuviste que ser tú la que me hizo perder así la cordura ?
Ayer te mandé mi última carta.
Léela. No creo que pueda esperar que la contestes.

------

Han pasado meses, creo que no puedo odiarte.
Créeme si te digo que no es nada bonito.
Veo tu cara en todas partes.
Eres mi madre, mi hermana, la virgen de una capilla...
¿No sabes lo que has hecho?
¿No sabes que has conseguido?
¿Te es todo tan indiferente?

Caminando entre la niebla,
Creo no poder distinguir.
¿Eres tú de verdad?
¿No corres ahora?
¿Ahora pides perdón?
Tus palabras de arrepentimiento...
...bastan para que te deje en paz.

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Mirando el reloj el policía me dice que se acabó el tiempo.
Ahora es la hora de la esponja.
Demasiado poco tiempo para una última voluntad.
De nada valió correr desesperadamente con las manos mojadas en sangre.
De nada valió imaginar que todo podría haber acabado bien.
Me llevaré mis remordimientos y tu asco a la tumba.
¿Por qué lloro ahora?
Quizás sea porque las lágrimas son buenas conductoras.

[Bajando la palanca, el maquinista anuncia la salida de tu primer viaje sin retorno.]

Brisa

Taciturno, asomado a mi ventana,
Busco una estrella a la que ponerle tu nombre,
Pero ninguna brilla lo suficiente.
Ninguna es lo demasiado apagada.

Pasó por allí la nocturna brisa
y le susurré al oído
aquellas tiernas palabras
que quizá nunca me atreva a regalarte.

Si la ves algún día, –le dije a la brisa–
Si por casualidad algún día la encuentras,
Entrégales estas palabras, sin remite,
Agradece por mí la sonrisa que
Dibujó clavando en mi pecho su palabra.

Aguardo la llegada de aquella brisa
Todas las noches en mi ventana.

-Parece que mataron al mensajero-.




Trozos de amor en bosas de basura

Miro tu cuerpo en la cocina,
Desnudito, ensangrentado.
“Perdona, no quise hacerlo...”
Las manillas del reloj me condenaban:
“· Cul · pa · ble ·”
“· Cul · pa · ble ·”
“· Cul · pa · ble ·”
Mirando tu carita inerte
Nerviosamente me reí.

“Antes me gustaba comer fresas,
ahora sólo son mis amigas,
las compro, para comerme mi soledad...”
¿Diría eso un cuerdo?.
Ahora frente a ti,
Acariciando tu nariz, me oigo decir:
“No sé... no sé que hacer contigo”.

¿Y si te quemara?
Olerías.
¿Y si te enterrara?
Seguro que saldrías.
Mejor empiezo por cortarte a trocitos...
¡Pero para que pensar en eso ahora!
Mañana será otro día.

Días enteros junto a ti,
Desmembrándote en la cocina.
[¡Qué duras me parecen ahora tus carnes!]
[¡Qué fríos me parecen ahora tus besos!]
[¡Que bonito me parecen tus negros ojos ahora,
que inertes ahora ya no me torturan!]
Que increíble me parece, de un día a otro,
Ver todo mi amor, metido en bolsas de basura.



Esbozos

Sentado en un banco, con los ojos cerrados,
Dibujé de memoria tu rostro en el papel.
Sobre mi cuaderno, cayeron las hojas del otoño,
tapando mis dibujos, celosas de tus ojos.

Clavándolas en mi memoria,
Tu recuerdo paró para siempre las agujas de mi reloj,
Recuerdo que me sopla en mis noches de invierno
y sabe a derrota y a dolor.

Te llevaste mis cielos, para siempre,
fregándolos con tu mirada.
Nunca me atreveré a intentar olvidar tus rasgos,
[Plasmados en mi papel, son más que un tesoro.]
que grabados a fuego, en mi cabeza están marcados.
...

Dulce derrota ~ Condena del Cielo,
Castigarte y condenarte, a tinta y tintero,
Sin saliva ni miel,
Presa de mis trazos,
En tu jaula de papel.


Como un Blues

Un domingo aburrido cualquiera, en una de esas tardes de invierno que uno aprovecha que fuera hace mal tiempo para quedarse en casa y hacer algo de limpieza, volviste a mi vida, de repente, pero de la forma más inesperada.
Aquella tarde baje armado con paños y escoba al trastero del sótano, un sitio que después de algunos años cerrado se volvió bastante desagradable y salvaje. Sí, la palabra que mejor define al trastero es salvaje. Después de haber limpiado, organizado y cambiado mis recuerdos de caja y cuando ya creía acabado el trabajo, una pequeña caja de madera muy sucia y que no había visto en todo el tiempo que llevaba allí encerrado limpiando llamó mi atención. Allí dentro encontré una vieja caja de música, un gorro de lana y unas viejas cintas de cassette.
Una de esas cintas hice que esbozara una sonrisa de oreja a oreja. Era el cassette de aquel bluesman que tocó en la cafetería dónde te vi por primera vez. Aquella que empezó realmente a gustarme cuando por primera vez me encontré con tus ojos. Era tu mirada melancólica lo que realmente le faltó a aquel blues para llegar directamente a mis oídos.
Corriendo fui a buscar mi olvidado reproductor de cassette para escuchar aquella cinta. Aquellos tristes acordes de guitarra, aquel blues de melodía decadente, aquella letra de amor imposible que tanto me sonaba a ti... de la forma más inesperada, así volviste tú, como una triste melodía...

Tu mirada oscura se volvió a clavar en mi mente y me empujó a caminar sobre mis pasos, y a recordar tiempos mejores contigo . Recuerdo que aquel día en el café sólo me bastó un cigarrillo para conocerte, pues rápidamente -y puede que en parte también fuese culpa de aquellos vasos de güisqui vacíos de tu mesa-, empezaste a contarme tu historia de desamor.
Andando llegué a tu calle y vi desde lejos tu balcón, y como si hubiese visto una aparición divina, empezó a abrirse un claro entre las nubes que me dejó ver el sol.
Sé que el sonido de nuestros pasos siempre permanecerá en esta calle. Me acuerdo de cómo caían brillando las hojas secas de algunos árboles, de cómo nos dábamos cuenta del tamaño de nuestros pasos, de nuestros suspiros...
Sentado en el portal de enfrente, mirando arriba sin miedo, empecé a dibujar con mi mirada el contorno de tu cuerpo en el balcón. Miro sin miedo porque sé que no volverás –al menos hoy-. ¿Te gustaría saber que en éste momento te estoy echando de menos? Es una sensación que ya conozco, sí... sé que nunca te olvidaré... el amor que compartimos es un amor que durará para siempre.
Recuerda que el tiempo, el olvido y la distancia fueron los que realmente nos separaron... aunque es cierto que yo también apagaba el móvil cuando me llamabas. Es tan difícil tenerte tan lejos... encontrarnos bajo un mismo cielo no me calmaba tanto como olvidarme de ti.
Sin saber cuando, cerré mi válvula de la realidad y caí dormido frente a tu casa. Te soñé jugando en mi recuerdos... como antes... soñé con el contraste de tu oscura piel bajo las sábanas blancas, con tu aliento, tu voz...
Tu voz... No sé cuanto tiempo pasó, cuando tu cálida voz me despertó preguntándome que hacía allí tirado. Yo, creyendo que aún soñaba respondí: -“Sólo esperaba poder creer sentirte cerca...” Nunca conseguiré describir con palabras lo que sentí al volver a verte de nuevo. Volvimos a quedar para mañana, ella tenía mucha prisa y se marchó corriendo.
Camino a casa debería sentirme pletórico, pero me sentía apenado y apesadumbrado, y eso que me sentí muy contento de volver a encontrarme contigo... A la primera conclusión que llegué al llegar a casa fue que nunca teniéndote, nunca te podría perder. ¡Que desagradable sensación la del miedo a amar
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Al llegar a tu casa seguro que te has encontrado esta carta en el buzón, –es obvio que si la estás leyendo seguro que te la has encontrado- debe de acompañarla una rosa, perdona si está marchita y no te resulta agradable. Ahora me arrepiento de la tarde que no pasamos juntos, de las hojas secas que no se rompieron bajo nuestros pies, de la noche que nunca nos verá arder y consumirnos... pero no creo que haya marcha atrás en éste momento.
Suenan ahora los últimos acordes de tu blues. Hoy el cielo está despejado; es un bonito día para morir.
Esta carta es un “adiós”, pero también un “gracias”, así que no me odies...
...ya sabes, nunca fui muy agradable...

viernes, 13 de abril de 2007

Enamorado de un chico muerto.

Te encuentro con los ojos enrojecidos por las lágrimas,
Te pregunto como te llamas, tú no das ninguna respuesta.
¿Debería llamar a un médico antes de sospechar que estás muerto?
Lo que hago es tenderme a tu lado y coger tu mano.
Me he enamorado de ti.
Ahora eres sólo mío, solo tú,
Porque he estado tan triste toda mi vida
Hasta ahora, que me has colmado plenamente.
Ahora se lo contaré a todos mis amigos, me he enamorado de un chico muerto.



[©Anthony Hegarty /Anthony and the Johnsons -“I Am A Bird Now” (2005, Green Ufos)]

Tiempo de decir adiós.

Podría revestir mis sentimientos con un bonito adjetivo,
y quizás pudiera vender mi alma a mejor precio.
Hoy en día me siento una persona incapaz de amar,
incapaz de tener ningún sentimiento agradable.

Asco ~ Dolor ~ Resentimiento ~ Dependencia ~ Culpa ~ Celos ~ Miedo ~ Desprecio.

Ni siquiera soy capaz de experimentar una sensación agradable cuando soy amado.
Sólo consigo untar con miel mi vanidad
avivar mi deseo de que la otra persona dependa sólo de mí.

Me sentí pleno cuando lloraste por mí al verme marchar:
me gritaste y suplicaste que no me fuera.
Sin mirar atrás, arranqué aquella flor y te la tiré.
Escuché tus rodillas clavarse en el suelo y la cogiste.
Conociéndote, seguro que la restregaste con deseo por tu rostro,
Impregnándola con tu amor, enjuagándola con tus lágrimas,
Creyendo que así volvería
Y recogería del suelo
Lo que quedaba de tu dignidad...
Espero que no confundas lo que sentí.
Sólo tu dolor me alimenta.

Es duro para mí aparentar amar, pero cuanto más se sufre,
más placentera será la recompensa.
Cada lágrima vertida por ti es para mí un trofeo.

No es cada paso que se aleja de ti lo que me satisface,
si no cada paso mío que puedes ver alejarse de ti.
Como si fueses una perra, tiro de tu correa
hasta que no te quede aire para jadear.

No es cada persona que dejo atrás lo que me satisface,
si no el tiempo que mi recuerdo es capaz de vivir en ella,
torturándola...

Sonríes cuando vuelvo a ti.
Pero sigue siendo mi turno.

Te dejas atar y torturar.
Tu saliva caer por la mordaza.
Tu cuerpo, pálido y lánguido.
Sufriendo.
Sólo te doy lo que quieres.
¿Más?
¿Quieres más?

Tus párpados tiemblan de placer
al sentir la excitante caricia de los flagelos.
Deja tu cuerpo roto bailar para mí.
El recuerdo del sufrimiento impregna
con el hedor de tu sangre la madera.
No creas que me estoy apiadando de ti
cuando dejo de golpearte y te quito la mordaza.
Lamo fogosamente tu saliva en mi mano.
Vaya... no me digas que no te gustó....

Sin dejar de esbozar una sonrisa,
escucho tu respiración entrecortarse.
Sólo las cuerdas te mantienen en pie, húmeda.
Tus piernas tiemblan sin fuerza, empapadas.
Tu frío pecho...

Sé que me miras.
Te levanto la barbilla y mirándote la boca te pregunto:
-“¿Te sigues fiando de mí?”
Asentiste con la cabeza, sin ánimo alguno.
-“Cierra los ojos y abre la boca".
Serás digna de mi castigo...”
Con miedo, pero sin esperar, obedeciste y
Pasando mis dedos por tus secos labios
besé con ternura tu frente.
-“¿Quieres más?

Sonriendo, con los ojos cerrados,
gritaste una palabra, ininteligible,
y llena de placer perdiste el conocimiento.

Abrazado a tus rodillas,
yo también cerré los ojos.