domingo, 22 de abril de 2007

Atado a ti

Me clavó bien al hueso las esposas;
La mordaza anudó, las ataduras
porque sabiendo cómo estaba a oscuras,
Maneras no me tuvo más piadosas.
A quien sonría amor, hable de rosas
Que no tengo yo voz para blanduras.
Llegó, venció, sentí sus mordeduras,
Cayó la sangre en pérdidas gloriosas.
¿dónde hay amor aquí, o estas fervientes
prisiones son amor y estos mil fuegos
que me amargan la miel, trizan mi trigo?.
No es niño amor de aljabas inocentes
Ni el ciego es él: nosotros, sí, los ciegos,
Que llamamos amor al enemigo.

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