sábado, 21 de abril de 2007

Brisa

Taciturno, asomado a mi ventana,
Busco una estrella a la que ponerle tu nombre,
Pero ninguna brilla lo suficiente.
Ninguna es lo demasiado apagada.

Pasó por allí la nocturna brisa
y le susurré al oído
aquellas tiernas palabras
que quizá nunca me atreva a regalarte.

Si la ves algún día, –le dije a la brisa–
Si por casualidad algún día la encuentras,
Entrégales estas palabras, sin remite,
Agradece por mí la sonrisa que
Dibujó clavando en mi pecho su palabra.

Aguardo la llegada de aquella brisa
Todas las noches en mi ventana.

-Parece que mataron al mensajero-.




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