domingo, 22 de abril de 2007

La dulce sepultura

La vi sentada en su silla,
Afilando sus palabras,
Musitando.
“No puedo tenerte a ti, no.”
“No, no puedo ser tuya.”

Días y días furtivo la observé
Y largo tiempo esperé que me diera paz.
Cuando por fin el momento llegó
Me mantuve firme, abiertos los ojos.

Y me miraste fijamente
hundiéndome en tu mirada.
En el negro de tu pupila, ahí estabas,
Tirada en el suelo con miedo y llorando
Desvencijada...

Mientras las malditas palabras llegaban,
Tarde intentaste alcanzarme tus brazos.
Y mis yemas sobre las tuyas resbalaron,
En tu frío iris como sobre cristal mojado.

...
Y los molinos giraron al son de los silbidos del aire.

Llegó el día en que arrepentida me buscaste.
Como un triste recuerdo, como un sueño corto,
De colores del otoño luce la melancolía que ahora evocas.
No busques más allá, no porque no estoy tan lejos,
Desde aquel día yace inerte mi alma entre los suspiros de tu boca.

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