sábado, 21 de abril de 2007

El vals de las sombras

El viejo conde movía su copa de brandy,
Frente su ventana, inerte, mirando una estrella
Rompió a llorar.
“¿Por qué te fuiste?”
“¿Qué le hice al tiempo?”
Los lobos aullaron, consolándole.
La Luna se encendió
Y lo miró, conmovida.
“No quiero que me mires.”
“No quiero que se posen en mí otros ojos.”
Los lobos aullaron con más fuerza.
Los álamos bailaban lentamente al son del viento.
De repente un golpe de viento abrió de golpe la ventana
Y los lobos callaron por completo.
Un mirlo entró por la ventana y se posó en la lámpara de araña,
La hizo mover y las sombras de la habitación se movieron.
El gramófono empezó a sonar sólo y tocó un vals, triste y lento.
Las lámpara aún se movía levemente y empezaron como a bailar al son de la música.
“Viento del norte, ¿qué mensajes me traes?”
El reloj pareció marcar el compás del vals.
El mirlo, en la lámpara, agitaba las alas suavemente,
Haciendo que las sombras siguieran su ritmo.
El Conde se dejó envolver por la penumbra.
El viento le dijo que no pensara más en batallar, que el tiempo era invencible.
Sus lágrimas hicieron que el viento callara.
El la oía ahora y la notaba, agarrado a sus sombras, bailando su triste vals,
Volvería a retar al tiempo.
Volvería a mirar las estrellas, a recordar esos ojos que lo mimaron.
“No me la volverás a quitar”
Entraron unas mariposas negras, sin sombra.
Bailaron inquietas sobre su cabeza.
Le hicieron con sus alas una mortaja.
“¿Eso es todo lo que puedes hacer?”
“¿Así crees que podrás vencerme?”
“¿O acaso te cansaste ya de luchar?”
Cerró los ojos.
La luz se hizo intermitente.
El mirlo se cansó de batir sus alas y se marchó,
Las mariposas con él también se fueron.
La música dejó de sonar.
La ventana se cerró de nuevo.
El reloj paró su tic-tac.
El viejo tirado en el suelo sonrió orgulloso.
La luz de la araña murió al fin.
Allí en medio de la más absoluta oscuridad,
Seguía el viejo en el suelo, dando la mano a las sombras.
“Sé que siempre has estado conmigo aunque estuvieras distante, como una estrella”
“¿Volverás a bailar de nuevo conmigo?”
Sus recuerdos en el cielo titilaron por última vez.
La cordura volvió a su semblante, mientras su pecho se enfriaba.

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